jueves, 27 de octubre de 2011

ESTUDIAN EL IMPACTO AMBIENTAL DE LOS TRANSGENICOS

EN LATIOAMERICA. 




SAN JOSÉ, COSTA RICA (28/FEB/2011).-   Un estudio a cargo de organismos internacionales y universidades de Costa Rica, Colombia, Brasil y Perú buscará medir el impacto ambiental de los cultivos transgénicos en Latinoamérica, informó hoy el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

La investigación observará si los organismos genéticamente modificados, popularmente conocidos como transgénicos, generan daños ambientales.

Entre las variables que los científicos estudiarán destacan "si las semillas transgénicas plantadas en una zona pueden movilizarse, por medio del viento o la polinización de las aves, y mantener sus rasgos en el nuevo ambiente o transmitirlos a especies silvestres", indica un comunicado oficial.

De acuerdo con el IICA, este tipo de estudios sobre biotecnología y bioseguridad se han desarrollado en Estados Unidos y Europa, pero nunca antes a gran escala en Latinoamérica.

En cada uno de los países que participarán se analizarán cultivos específicos: en Brasil se estudiará la yuca, en Perú la papa, en Costa Rica el algodón y el arroz, y en Colombia el maíz, el algodón y el arroz.

El proyecto no sembrará productos transgénicos, sino que se limitará en la observación de los ya existentes y se extenderá hasta julio de 2012.

"La biotecnología es aún un tema en desarrollo en América Latina, vemos países con una industria consolidada, como Brasil, y otros que apenas están empezando a experimentar en el campo. Esto genera que existan muchas dudas y mitos, que van a poder ser esclarecidos a través del estudio", explicó el especialista en bioseguridad del IICA, Bryan Muñoz.

El especialista del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular de la Universidad de Costa Rica, Federico Albertazi, detalló que el estudio pretende concluir "si los transgénicos causan un impacto en el ambiente, si es así cuál es ese impacto y en qué porcentaje"

De este modo, aseguró, se espera poder contar con las bases "para que se puedan tomar las acciones del caso en materia de bioseguridad con datos duros de la misma región y no procedentes de otras áreas, como se ha hecho hasta ahora".

En el proyecto participan también el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), el Centro de Investigación Ambiental y la Universidad Estatal de Campiñas de Brasil, la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, y el Consejo Nacional del Ambiente de Perú, así como la Universidad Nacional Agraria La Molina y el Centro de Internacional de la Papa del Perú.







La producción transgénica e industrial altera el sabor de los alimentos




Que la producción de alimentos orgánicos es más amable con el medio ambiente y hasta con la salud de las personas no es novedad. Y cualquier persona que haya comido una fruta que fue cultivada sin agroquímicos sabe que los mismos tienen un sabor superior.
Pero un artículo en el diario Clarín señala que, en efecto, ciertos tipos de alimentos como el tomate y la carne están perdiendo sus sabores originales a medida que cambia su forma de producción.
La nota cita a profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina que señalan las causas de este cambio. En el caso de los tomates, el cultivo de especies nativas como el tomate platense fue reemplazado por variedades transgénicas que tienen un aspecto más prolijo, mayor dureza (no se ponen blandos rápido) y un mayor rendimiento (una planta de tomate híbrido rinde 20 kilos mientras que una nativa unos 6).
El problema es que su sabor es una mezcla entre ácido y dulce diferente al del tomate tradicional, y existen dudas sobre la equivalencia de su valor nutricional.
Del lado de la carne, los profesionales explican que cuando las vacas pasan de ser criadas en pastoreo a un feedlot, aumenta la proporción de aceites de cereales u oleaginosas en su dieta y la carne empieza a parecerse a la del cerdo. Además, la carne proveniente de vacas criadas en pastoreo contiene Omega3, ya que es un componente del pasto.
En lo que refiere al pollo, desde el INTA señalan que las aves criadas actualmente tienen menos grasa, y como caminan menos tienen menos tonicidad en los músculos y retienen más agua, que se pierde en el momento de la cocción. Todo ello hace que su sabor también se vea alterado.
¿Qué opinan ustedes? ¿sienten el cambio del sabor en la comida?
El cierre de las puertas en Europa por la existencia de transgénico en la miel, está afectando directa e indirectamente a mas de 12 mil apicultores.


Preocupados se encuentran los apicultores chilenos tras el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, del pasado 6 de Septiembre, que señala que la miel contaminada con polen transgénico en Alemania deberá pasar por un proceso de revisión y etiquetado previo a su comercialización. Cabe contextualizar, que ese país europeo recibe el 80% de las exportaciones chilenas de miel, seguido por Francia, Luxemburgo y Bélgica, y lo que es peor aún ya se han rechazados varios embarques. Un análisis realizado a 20 tambores de miel chilenos reveló que todos contenían polen transgénico, según informe realizado por JPM Exportaciones, y que fue dado a conocer en un encuentro gremial en la comuna de Talagante en la Región Metropolitana.
El Veterinario y Asesor del Programa Habilitante Apícola de la Región de O’Higgins, Marcelo Tonelli, indica que los apicultores ignoran la ubicación de los cultivos de semilleros transgénicos responsables del daño a su producción de miel y derivados. La política de Gobierno es promover la coexistencia entre semilleros transgénicos y cultivos convencionales u orgánicos, “esto viene a reafirmar lo que la experiencia internacional y la información técnica y científica disponible señalan hace ya más de una década, que la coexistencia entre cultivos transgénicos y otras actividades es completamente incompatible”, puntualizó Tonelli.
Todo este problema –explica Tonelli- se debe a la sentencia europea que responde a la demanda presentada el año 2005 por el apicultor Karl Bablok contra el estado de Baviera, Alemania, dueño de plantaciones de maíz (Monsanto) previas a la prohibición de estos cultivos por el Estado alemán en el 2009. Según ese tribunal, la contaminación del polen con ADN y toxinas bt de maíz (Mon 818) constituye una modificación sustancial de la miel. La corte falló así contra Monsanto, que se hizo parte de la demanda argumentando lo contrario. Se detectó la presencia de ADN de maíz (Mon 818) y de proteínas transgénicas (toxina Bt) en el polen de maíz de colmenas situadas a 500 metros de los cultivos transgénicos. El etiquetado de alimentos transgénicos en Europa permite un máximo de 0,9% de trazas de transgénicos y esa miel no se pudo comercializar. En 2008 Chile tuvo una participación de 2,2% del mercado global de miel, con el puesto 14 a nivel mundial, según la Oficina de de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA).
Por su parte el Gerente del Programa Habilitante Apícola, Rodrigo Donoso, es enfático al manifestar que se trata de una situación muy delicada, especialmente por la falta de información oficial y precisa en cuanto a las fuentes de este polen transgénico. A ello se suma a las reacciones que tendré el mercado de la miel, lo que abre espacio para la especulación de precios, que siempre terminan perjudicando al primer actor de la cadena, el productor, “la agricultura familiar campesina es fundamental para la economía y la sociedad chilena, al igual que las microempresas. Los apicultores responden a estas dos condiciones, existiendo en la Región de O’Higgins más de 800. Si se vieran desmejoradas las condiciones de mercado internacional, el mercado interno es una alternativa que debe ser aprovechada; y en ese camino están enfocado parte de los esfuerzos del Programa Habilitante, los que espero puedan ser potenciados mediante otras ayudas del Estado”, enfatizó.
El Secretario de la Mesa Apícola Regional, Jorge Pérez, en el plano personal opina que la autoridad está respaldando el fuerte ingreso de los transgénico, “privilegiando a 4 ó 5 empresas semilleras en comparación a un significativo proceso de producción a nivel país. A ello se suma el aprovechamiento de los exportadores del inestable contexto internacional para bajar el precio de la miel, generando de esta forma índices negativos de producción interna, ya que los apicultores comenzarán a privilegiar el arriendo de colmenares para otras actividades de la cadena frutícola”, subrayó.
Sin embargo, uno de los directores del programa Habilitante Apícola, Luis Osorio, ve este obstáculo como una oportunidad para comenzar a trabajar en la certificación de los productos de la miel, “es una instancia dura y difícil para los apicultores, pero hay que sacar las potencialidades para fortalecer debilidades, y hoy se hace necesario junto al Gobierno en trabajar en la certificación de la miel”, puntualizó.
  El cierre de las puertas en Europa por la existencia de transgénico en la miel, está afectando directa e indirectamente a más de 12 mil apicultores.
Según estimación preliminar de la Asociación de Exportadores de Miel, cerca de 40% de la producción de miel se verá afectada por contaminación transgénica. En el plano local, Emiliano Orueta, Director Regional Sercotec, señaló que está atento a las informaciones que emanen del nivel central con la finalidad de comenzar a trabajar lo más rápido posible en las políticas gubernamentales y de esta forma devolver el creciente ritmo en el mercado que estaba experimentando el sector.






lunes, 17 de octubre de 2011


¿Dónde comprar orgánicos en Buenos Aires?



Si bien el consumo de alimentos orgánicos no está tan extendido en Argentina como en Estados Unidos o Europa, la producción viene en ascenso. De acuerdo a un informe del Senasa del año 2007 (PDF), la superficie cosechada de vegetales y frutos orgánicos creció un 9% ese año con respecto a 2006. Mientras tanto, la superficie destinada a la producción de carne orgánica creció un 17,5% de 2006 a 2007.
A pesar de ello, mucha de esta producción no llega a los consumidores argentinos. El informe citado destaca que el principal destino de esta producción es la exportación, en especial a la Unión Europea, Estados Unidos y Suiza. Así mismo, según un artículo publicado en Clarín, el 99% de la carne orgánica argentina es exportada a Gran Bretaña.
Para que esta situación cambie, cada consumidor tiene un poder inigualable: el hacer que suba la demanda para que los productores comiencen a destinar mayor producción al mercado interno. En ese sentido, te presentamos algunas alternativas para que puedas empezar a elegir productos más verdes en la Buenos Aires y alrededores.
Productos envasados
-En la mayoría de los supermercados se pueden conseguir marcas como Misión Natural (yerba mate y tés), Heredia (té), Patagonia Gaucha (conservas de vegetales), Cuyen (mermeladas), Chango (azúcar).
-Por otro lado, el emprendimiento Jardín Orgánico ofrece un servicio similar al de Tallo Verde, pero con delivery de productos envasados orgánicos. A través de su sitio web se pueden encargar fideos, aceites, encurtidos, conservas de vegetales, azúcar, dulce de leche, vinos, frutos envasados, harina, jaleas, jugos, mermeladas, miel y yerba. También se consiguen cosméticos naturales como oleos y sales relajantes. Recientemente incorporaron productos frescos de huerta por estación.
-Alimentos San Marcos es una alternativa similar a la anterior: un servicio online a través del cual se pueden adquirir orgánicos como aceite de oliva y vinos, y alimentos naturales como mermeladas, queso y miel pura de abejas.

Frutas y verduras

-Los supermercados Disco incorporaron en 2001 la línea de productos orgánicos Bell’s, que se consiguen en todas sus sucursales. Jumbo, por otro lado, dedica una sección de sus góndolas de verdulería a la producción de pequeñas granjas orgánicas como La Anunciación.
-En Buenos Aires, el emprendimiento Tallo Verde ofrece delivery de vegetales y frutos orgánicos a toda la ciudad. Los pedidos se hacen online y se combina un día de entrega. Las canastas de productos se arman según la preferencia personal.
-En la ciudad de Buenos Aires también funciona un Mercado de Bien Público que los sábados ofrece algunos productos orgánicos. El mismo funciona los sábados de 10 a 22 en Bonpland 1660 (entre Honduras y Gorriti), Palermo Viejo.
-El Rincón Orgánico es un pequeño establecimiento en Palermo que ofrece también vegetales y frutos y una amplia gama de productos envasados. Ubicado en Gurruchaga 1001, Palermo Viejo, Buenos Aires, también ofrece delivery de productos.

Panaderías y cafés

-Natural Deli es otro establecimiento en Buenos Aires que ofrece productos naturales y orgánicos. Es un almacén, café y restaurante que además tiene take away y asesoramiento nutricional.
-Otro punto de venta de productos realizados con materia prima orgánica es la cadena de panaderías Hausbrot. Allí se venden todo tipo de panificados y comidas preparadas bajo criterios ecológicos y de trabajo justo.
Alimentos transgénicos, ¿buenos o malos?



A nivel mundial y por más de una década, el tema de los “transgénicos” permanece vigente en el tapete de discusión. Esta nueva tecnología ha provocado una serie de preguntas, argumentos y consideraciones éticas sobre su manejo y utilización, unas a favor y otras en contra.
El desarrollo en los últimos años de las técnicas de la biología molecular ha dotado al hombre de herramientas que le permiten acceder y manipular el ADN de los organismos. Así, los transgénicos, llamados también “organismos genéticamente modificados” (OGM’s), son plantas o animales que han sido manipulados en laboratorios. Esta manipulación consiste en agregar genes a la cadena de ADN de dichas plantas y animales, para así cambiar o combinar características entre ellos.
En el ámbito alimenticio, esta técnica ha hecho posible conseguir nuevas variedades capaces de expresar genes de resistencia hacia enfermedades, herbicidas, insecticidas, condiciones climáticas o bien para mejorar su calidad nutricional. Por ejemplo, se inserta el gen de resistencia al frío del salmón en papa para buscarle resistencia a heladas.
El tema de los alimentos transgénicos, a nivel mundial, es asiduamente abordado por la comunidad científica, las autoridades gubernamentales, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la Organización Mundial de la Salud (OMS); el Codex Alimentarius y las organizaciones de consumidores.
Muchos han sido los foros internacionales realizados en los que se discute sobre este tema, debido a su importancia, su dinamismo, lo controvertido de la situación y por la existencia a nivel mundial de grupos muy bien definidos, los defensores sin cuestionamiento alguno, los detractores a ciegas y aquellos que abordan esta nueva tecnología con un correcto enfoque bioético y científico.
Los alimentos modificados genéticamente son sometidos a una serie de rigurosos análisis y estudios que determinan su seguridad y que son la base para permitir su comercialización en el mercado. Además, las entidades regulatorias ejercen una especial “fiscalización” de los productos en los que ha intervenido de alguna u otra forma la biotecnología para evitar cualquier tipo de riesgo.
Cinco compañías transnacionales de la agro-biotecnología controlan el mercado: Dupont, Syngenta, Bayer, Dow y, en particular, Pharmacia de Monsanto que produce 91 por ciento de las semillas transgénicas sembradas en el mundo. 


Investigación
Los estudios con OGM’s está liderado por los los países industrializados como Estados Unidos; pero los países en desarrollo también se encuentran a la vanguardia con investigaciones en este campo. Países como Argentina, Brasil, China, Cuba, Egipto, India, México y Sudáfrica están abriendo camino.
Cuba, país que integra la avanzada de las investigaciones biotecnológicas en el mundo, desarrolla importantes investigaciones relacionadas con la aplicación de la Ingeniería Genética para la obtención de OMGs destinados a la alimentación y asume esta responsabilidad con total rigor científico y máxima protección a los consumidores y el medio ambiente.
En Cuba se han realizado inversiones significativas en el desarrollo de la tecnología para la obtención de OMGs desde la década de los 80. 


Comercialización
La comercialización de los alimentos transgénicos para el consumo humano comenzó el 18 de mayo de 1994, cuando la Agencia Alimentaria (Food and Drug Administration) de los Estados Unidos autorizó el comercio del primer tomate "Flavr-Savr" (tomate larga vida), obtenido por la empresa Calgene, con un proceso de maduración retardada que facilitaba su almacenamiento y transporte a grandes distancias.
Actualmente, en el mundo, existen más de 80 productos transgénicos.
La introducción de estos alimentos en el mercado ha desatado una polémica que, sobre todo, enfrenta a consumidores y organizaciones ecologistas con las grandes multinacionales que los distribuyen. El problema es complejo y no se puede abordar de una forma sencilla ni general. 


Posibles beneficios
Los beneficios de los alimentos transgénicos están directamente relacionados con los objetivos de la modificación genética, los mismos se pueden agrupar en tres grandes grupos:
Consumidores. Responden mejor a las necesidades nutricionales y alimentarias, y a las preferencias del mercado, prevén enfermedades, son portadores de vacunas, presentan mejores características sensoriales y mayor disponibilidad de alimentos.
Productores. Son organismos genotípicamente mejor adaptados a factores ambientales adversos, tienen crecimiento y desarrollo acelerado, lo que permite una intensificación de la producción y reducción de los costos; el retardo del proceso de maduración posibilita tener una mayor vida de determinados alimentos; tienen resistencia a los herbicidas, las infecciones microbianas y las plagas por insectos.
Medio ambiente. Permiten el uso más racional de la tierra, el agua y los nutrientes, disminuye el empleo de sustancias quimiotóxicas como fertilizantes o plaguicidas.

Posibles riesgos

No obstante sus beneficios atribuidos, algunas de las críticas que se le formulan a esta ciencia fundan sus argumentos en la potencial incapacidad de predecir lo que pudiera ocurrir al introducir organismos modificados genéticamente en el medio ambiente o en la dieta alimenticia. Así, los posibles riesgos, están relacionados con su repercusión sobre la salud humana, el impacto sobre el medio ambiente y aspectos socioeconómicos. 
Sanitarios. Se relacionan fundamentalmente con la inocuidad de los alimentos; la presencia de alérgenos; la creación de nuevas toxinas; el desarrollo de resistencia a antibióticos por bacterias patógenas y los posibles efectos negativos para la salud a largo plazo.
Medio ambientales. Se refieren al impacto sobre el medio ambiente a la amenaza a la biodiversidad; la transferencia génica no intencionada a especies silvestres, la ruptura del equilibrio natural, los transgénicos con rasgos nuevos pueden diferir de sus parientes naturales en sus habilidades para sobrevivir y reproducirse bajo condiciones ambientales variables, pueden interactuar de forma inesperada o no deseable con las comunidades biológicas locales; el uso indiscriminado de herbicidas, el daño a especies de insectos beneficiosos, etc.
Socioeconómicos. Un riesgo socioeconómico es el desarrollo de la biotecnología en manos de las grandes multinacionales, puesto que el acceso puede limitarse debido a la protección por patentes, los productores de alimentos tradicionales u orgánicos puedan ser desplazados. Además, existe preocupaciones de carácter religioso, cultural y ético.

Cultivos transgénicos en el mundo


Es significativo que la primera generación de transgénicos haya estado presidida por los intereses de la industria en consolidar y aumentar sus ventas de agroquímicos, introduciendo variedades de cultivos transgénicos resistentes a los herbicidas; y que una mayoría de las transnacionales de la biotecnología estén desarrollando una segunda generación de semillas transgénicas cuyas rasgos “ventajosos” consisten en cualidades que facilitan su procesamiento por la industria alimentaria, o su almacenamiento y transporte a grandes distancias. El primer alimento transgénico que salió a la venta en EE UU, por ejemplo, fue el tomate Flavr Savr, un “tomate larga vida”, con un proceso de maduración retardada que facilita su almacenamiento y su transporte a grandes distancias. Todo un invento para una producción de alimentos globalizada -que sin embargo fracasó por resultar demasiado delicado para soportar unas labores mecanizadas de cosecha y envasado. Gran parte de la investigación biotecnológica reciente se orienta asimismo al desarrollo de mejoras cualitativas (menos calorías, menos colesterol, etc.) para una minoría de la población mundial con alto poder adquisitivo, en la cual los excesos de alimentación están causando graves problemas de salud.
En la actualidad, la práctica totalidad de la superficie sembrada con transgénicos en el mundo está ocupada por cuatro cultivos, en su mayor parte destinados a la producción de piensos compuestos para la ganadería intensiva y otros usos industriales: soja (60% del total de cultivos MG), maíz (23%) algodón (11%) y colza (6%) .
En países del Sur como Argentina el cultivo de soja transgénica destinada a la exportación ha desplazado a los cultivos tradicionales y expulsado del campo a miles de pequeños campesinos, agravando la crisis de pobreza y de inseguridad alimentaria del país, esquilmando los suelos y provocando graves daños ambientales . En el Norte los cultivos transgénicos están contribuyendo a apuntalar un modelo de producción agrícola y ganadera industrializada, cuyos costes sociales (ruina de la agricultura y la ganadería familiar, despoblamiento delmundo rural), ecológicos (contaminación, desaparición de razas y de sistemas extensivos adaptados al entorno y ecosistemas asociados) y sanitarios (vacas locas, gripe aviar...) son insostenibles.
Los cultivos estrella son aquellos que tienen incorporada la resistencia a un herbicida, que ocupan el 73% de la superficie cultivada, seguidos de las variedades insecticidas Bt (18%) y de las variedades con ambas características (8%).

Mención aparte merecen los “farmacultivos”, diseñados para producir en cultivos alimentarios como el maíz fármacos y productos industriales (plásticos, lubricantes...) no aptos para el consumo humano, y que están siendo ya ensayados en Estados Unidos. Aunque la mayor parte de este tipo de cultivos está todavía en fase experimental, las primeras solicitudes de autorización para su cultivo comercial han provocado un gran revuelo en Estados Unidos en estados como California, debido al evidente riesgo de contaminación de toda la cadena alimentaria que suponen.
Los datos más difundidos sobre superficie de cultivos transgénicos son los aportados por los informes anuales del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas, (ISAAA), un organismo privado creado por instituciones y empresas cuyo objetivo es extender el uso de la biotecnología en países de desarrollo. Según el informe del ISAAA correspondiente a 2004, el cultivo mundial ha aumentado un 20% con respecto a 2003, alcanzando una superficie de 81 millones de hectáreas repartidas en un total de 17 países, y equivale al 25% de la superficie global de estos cultivos.
El mayor productor de cultivos MG en el mundo sigue siendo Estados Unidos, cuya superficie de transgénicos supone el 69% del total mundial. Le sigue Argentina, con un 20% de la superficie mundial de cultivos transgénicos.




domingo, 16 de octubre de 2011

Efectos para el medio ambiente


Las variedades transgénicas contaminan genéticamente a otras variedades de la misma especie o a especies silvestres emparentadas, ya que una vez liberados al medio ambiente los transgénicos no se pueden controlar. La contaminación genética es irreversible e impredecible.


Los transgénicos son una bomba de relojería que pone en riesgo la salud global del planeta.
Efectos desconocidos o impredecibles
El conocimiento científico sobre el funcionamiento de los genes es todavía muy limitado y las técnicas actuales de ingeniería genética no permiten controlar los efectos de la inserción de genes extraños en el ADN de un organismo. La ingeniería genética aplicada para la creación de los cultivos transgénicos parte del principio de que los genes tienen una función en sí mismos, sin tener en cuenta ningún otro factor interno o externo al organismo. Resulta imposible predecir el comportamiento de los nuevos genes introducidos en ecosistemas complejos.

Contaminación del suelo
Las plantas Bt (los maíces cuyo cultivo es tolerado por el Gobierno en España pertenecen a dos tipo de maíz Bt) producen una toxina insecticida llamada Bt , la cual se acumula en el suelo.

Desaparición de biodiversidad
La contaminación genética pone en peligro variedades y especies cultivadas tradicionalmente. El aumento del uso de productos químicos eliminan o afectan gravemente a la flora y a la fauna no objetivo.

El incremento del uso de pesticidas aumenta la contaminación química y crea resistencias
Con las plantas tolerantes a herbicidas, el agricultor usa mayores cantidades de agrotóxicos para acabar con las llamadas "malas hierbas". Hoy por hoy existen datos que demuestran que, debido a esto, se están utilizando muchos más pesticidas en los cultivos transgénicos que en los convencionales. Con la aparición de resistencias en los cultivos se necesitan pesticidas cada vez más fuertes
La presencia de glifosato (el herbicida asociado a la soja transgénica RR de Monsanto) en el suelo, en las aguas y en los alimentos es cada vez mayor.
En cuanto a las plantas Bt, no se ha verificado una reducción del uso de agroquímicos. Por el contrario, han aparecido plagas resistentes al Bt, ya que los organismos atacados por las toxinas de las plantas Bt se vuelven resistentes a esta toxina perdiendo su eficacia.
Algunos datos importantes:

- Sólo diez multinacionales controlan casi el 70% del mercado mundial de semillas lo que significa que los y las agricultoras tienen poca capacidad de elección.
- Los cultivos transgénicos no alimentan al mundo. El 99,5% de agricultores y agricultoras no los cultivan.
- La agricultura industrial usa fertilizantes sintéticos y agroquímicos que contaminan nuestros suelos y aguas, recursos necesarios para producir alimentos sanos ahora y en el futuro.
- El excesivo uso de fertilizantes de síntesis en la agricultura industrial contribuye al agravamiento del cambio climático.

    Greenpeace se opone a toda  liberación de OMG al medio ambiente (liberación de animales o plantas). Los ensayos en campo o cultivos experimentales, incluso a pequeña escala, presentan igualmente riesgos de contaminación genética, por lo que también deben prohibirse.

    Greenpeace no se opone a la biotecnología siempre que se haga en ambientes confinados, controlados, sin interacción con el medio. A pesar del gran potencial que tiene la biología molecular para entender la naturaleza y desarrollar la investigación médica, esto no puede ser utilizado como justificación para convertir el medio ambiente en un gigantesco experimento con intereses comerciales.

    ¡Tenemos el derecho y la responsabilidad de conocer y decidir cómo y dónde se producen nuestros alimentos!

    España cultiva ya casi 100.000 hectáreas de maíz transgénico


    Los agricultores españoles cultivaron 25.816 hectáreas de maíz transgénico en el 2000. Once años más tarde, la superficie plantada con semillas genéticamente modificadas ya roza las 100.000 hectáreas, el 26 % del cultivo total de este cereal. A falta de una opinión pública tan beligerante como la de otros países contra las aplicaciones agrarias de la biotecnología, España se consolida como un oasis para estas nuevas prácticas en una Unión Europea (UE) mayoritariamente reticente. Galicia, en cambio, está fuera de esa guerra. Aquí no hay ni una hectárea de maíz transgénico. Por ahora.

    No es que los agricultores gallegos tengan más conciencia ecológica que sus vecinos de Portugal o de la Meseta. Lo que ocurre es que la única variedad de maíz transgénico autorizada en el territorio UE es útil solo contra la plaga del taladro, una larva que provoca daños masivos en los maizales del centro y sur de la Península, pero que en Galicia solo es un problema serio en la franja costera, donde los cultivos son de autoconsumo y resultan comercialmente irrelevantes.

    ¿No hay entonces ningún tipo de maíz transgénico que les interese a los agricultores gallegos? En la sede madrileña de la fundación Antama dicen que sí. «En Galicia podría ser útil el maíz tolerante a herbicidas, que permitiría un mejor manejo en el control de las malas hierbas que compiten cada año con este cultivo», dicen los portavoces de Aldama, una entidad impulsada por los fabricantes de semillas modificadas.

    domingo, 9 de octubre de 2011

    Alimentos transgénicos: ¿la comida del futuro?


    Vivimos en una época extraordinaria de cambios agigantados hacia todas direcciones, en la que se destaca el ser humano como la especie animal dominante, capaz de modificar el ambiente a su conveniencia.

    Este hecho no es nuevo, data desde que el hombre practica la agricultura dando como consecuencia una serie de procesos y conocimientos acerca del mejoramiento de los seres vivos, entre ellos las plantas. Cabe mencionar que esto ha posibilitado la creación de una tecnología aplicable a ellos, una biotecnología. Aproximándonos a su definición, se entiende por biotecnología al conjunto de conocimientos que se utilizan para modificar plantas, animales y microorganismos para lograr mejorar la calidad de vida del hombre. Según esto, resulta evidente su uso en la solución de problemas que aquejan a la sociedad, sobre todo uno muy importante: el hambre.

    Un ejemplo para tal solución son los elementos transgénicos, representados por organismos, principalmente plantas, modificados genéticamente. En este caso la biotecnología actúa manipulando la información interna de los cultivos seleccionados al introducirles cambios de color, sabor, resistencia a plagas obtenidas principalmente de bacterias u otros vegetales. Todo esto para originar un alimento de mejor calidad tanto en nutrimento como en rendimiento económico. De tal modo que una planta transgénica en comparación con una natural no muestra diferencias físicas, pues la variación se encuentra en su interior.

    De diez años a la fecha han sido introducidos al comercio por marcas reconocidas de lácteos y cereales, lo que ha creado polémica a nivel mundial sobre su venta: ¿Estamos dispuestos a poner nuestra salud en manos de la ciencia?

    Los ecologistas como la organización Greenpeace, los desaprueban al asegurar que esta en riesgo la población, los diferentes ecosistemas y la economía de los agricultores. Por su parte, los científicos afirman que no hay evidencia de tales peligros y que, además, optimizan el rendimiento de los cultivos.

    Lo anterior parece un sueño hecho realidad pues ¿quién se niega a gozar de los beneficios que trae consigo la biotecnología de alimentos?. No obstante que todo este controlado ¿quién nos garantiza que el hombre no caerá en errores que afecten la evolución de las especies que a la propia naturaleza le ha costado corregir?, ¿quién puede asegurarnos que no serán riesgosos para la salud y el equilibrio ecológico?.

    Dudas de este tipo han provocado que algunos países prohiban su venta, mientras que otros como México los consuman sin control alguno.

    Existen algunos reportes de que se han introducido al mercado sin informárselo al cliente. De uno de ellos, el maíz, se notifico que venía mezclado con el maíz natural importado de Estados Unidos destinado, en teoría al consumo animal, pero distribuido finalmente para consumo humano. Otros son las harinas, que al parecer se fabrican en el país y son usadas por varias compañías como materia prima de frituras. ¿Podría considerarse entonces prudente que salga a la venta sin pruebas contundentes sobre su seguridad?

    Se había informado que estos alimentos sólo serían para consumo de bestias, pero al parecer la salud de la población poco les importa a las autoridades que legislan su venta.
    Uno de los puntos que se debaten, es la moratoria de 50 años para experimentar sus riesgos en el hombre. Cabe aquí preguntarse si será suficiente el aplazamiento para terminar las pruebas necesarias que aseguren su inocuidad sobre el cuerpo humano.
    Por otro lado se habla mucho sobre su etiquetación como medida preventiva y dejar al criterio del consumidor su compra, pero ¿cómo decidir si no conocemos sus beneficios y consecuencias?