domingo, 9 de octubre de 2011

Alimentos transgénicos: ¿la comida del futuro?


Vivimos en una época extraordinaria de cambios agigantados hacia todas direcciones, en la que se destaca el ser humano como la especie animal dominante, capaz de modificar el ambiente a su conveniencia.

Este hecho no es nuevo, data desde que el hombre practica la agricultura dando como consecuencia una serie de procesos y conocimientos acerca del mejoramiento de los seres vivos, entre ellos las plantas. Cabe mencionar que esto ha posibilitado la creación de una tecnología aplicable a ellos, una biotecnología. Aproximándonos a su definición, se entiende por biotecnología al conjunto de conocimientos que se utilizan para modificar plantas, animales y microorganismos para lograr mejorar la calidad de vida del hombre. Según esto, resulta evidente su uso en la solución de problemas que aquejan a la sociedad, sobre todo uno muy importante: el hambre.

Un ejemplo para tal solución son los elementos transgénicos, representados por organismos, principalmente plantas, modificados genéticamente. En este caso la biotecnología actúa manipulando la información interna de los cultivos seleccionados al introducirles cambios de color, sabor, resistencia a plagas obtenidas principalmente de bacterias u otros vegetales. Todo esto para originar un alimento de mejor calidad tanto en nutrimento como en rendimiento económico. De tal modo que una planta transgénica en comparación con una natural no muestra diferencias físicas, pues la variación se encuentra en su interior.

De diez años a la fecha han sido introducidos al comercio por marcas reconocidas de lácteos y cereales, lo que ha creado polémica a nivel mundial sobre su venta: ¿Estamos dispuestos a poner nuestra salud en manos de la ciencia?

Los ecologistas como la organización Greenpeace, los desaprueban al asegurar que esta en riesgo la población, los diferentes ecosistemas y la economía de los agricultores. Por su parte, los científicos afirman que no hay evidencia de tales peligros y que, además, optimizan el rendimiento de los cultivos.

Lo anterior parece un sueño hecho realidad pues ¿quién se niega a gozar de los beneficios que trae consigo la biotecnología de alimentos?. No obstante que todo este controlado ¿quién nos garantiza que el hombre no caerá en errores que afecten la evolución de las especies que a la propia naturaleza le ha costado corregir?, ¿quién puede asegurarnos que no serán riesgosos para la salud y el equilibrio ecológico?.

Dudas de este tipo han provocado que algunos países prohiban su venta, mientras que otros como México los consuman sin control alguno.

Existen algunos reportes de que se han introducido al mercado sin informárselo al cliente. De uno de ellos, el maíz, se notifico que venía mezclado con el maíz natural importado de Estados Unidos destinado, en teoría al consumo animal, pero distribuido finalmente para consumo humano. Otros son las harinas, que al parecer se fabrican en el país y son usadas por varias compañías como materia prima de frituras. ¿Podría considerarse entonces prudente que salga a la venta sin pruebas contundentes sobre su seguridad?

Se había informado que estos alimentos sólo serían para consumo de bestias, pero al parecer la salud de la población poco les importa a las autoridades que legislan su venta.
Uno de los puntos que se debaten, es la moratoria de 50 años para experimentar sus riesgos en el hombre. Cabe aquí preguntarse si será suficiente el aplazamiento para terminar las pruebas necesarias que aseguren su inocuidad sobre el cuerpo humano.
Por otro lado se habla mucho sobre su etiquetación como medida preventiva y dejar al criterio del consumidor su compra, pero ¿cómo decidir si no conocemos sus beneficios y consecuencias?

No hay comentarios:

Publicar un comentario